miércoles, 23 de junio de 2010

Perfil del Hombre Violento

El perfil del hombre violento no puede ser categorizado por variables tales como: edad, clase social, nivel educacional, ocupación, religión, lugar de residencia, etc., debido a que puede configurarse con cualquiera de las variables mencionadas, lo cual no implica dejar de reconocer que, la asociación entre algunas de ellas, puede potenciar el riesgo de conductas violentas.
Investigadores de distintos países, incluido el nuestro, han elaborado importantes aportes a fin de ir conociendo el perfil del hombre violento. En tal sentido, pueden ser consideradas, a los fines analíticos, en cinco dimensiones:
1) Dimensión comportamental: comprende la gama de conductas, amenazas, agresiones verbales y físicas que realiza una persona.
Deseo de control: vive obsesionado por ejercer el dominio entre quienes lo rodean, especialmente hacia su mujer e hijos/as. Argumentan: “yo controlo todo, para vivir bien”, en proceso de recuperación reconocen: “tenía todo bajo control porque tenía miedo”.
Celos: pueden convertirse en una obsesión. Sonkin señala: "Los celos deben entenderse como un indicador significativo de su potencial homicida".
Doble fachada: por lo general, en público es seductor, simpático, amable, pero en la intimidad de su hogar puede llegar a ser muy agresivo y violento. No es extraño caer en la seducción de su discurso, incluso para jueces, policías, profesionales, amigos y parientes.
Aislamiento: impone el aislamiento social de su entorno familiar, una vez que se ha cerrado el cerco se acrecienta el dominio sobre su víctima, y no es casual que la mujer exprese que su casa se convierte en una verdadera “cárcel”, se asegura que ella no se irá quitándole el dinero, las llaves del auto y dejándola encerrada hasta que él llegue, es decir prácticamente un secuestro en el propio hogar. Una mujer relata: llegó un momento que ni al almacén podía ir, otra comenta: antes de salir me dejaba desconectado el teléfono y me encerraba en casa, estaba embarazada y una vecina me alcazaba la comida por la ventana.
Abuso de alcohol/drogas/medicamentos: cabe destacar que no es la causa de un comportamiento violento, a pesar de lo cual se ha comprobado una frecuente asociación, ya sea porque potencia el enojo y la peligrosidad o porque inhibe el autocontrol.
Repetición del ciclo de la violencia: cuantas más denuncias y episodios de violencia en períodos más cortos de tiempo, mayor peligrosidad del agresor e indefensión en la mujer.
Violencia hacia terceros: cuanto mayor desenfado e inhibición ante jueces, policías y terceros, más riesgo para la mujer y los/as hijos/as.
Violentos con las mascotas: pueden llegar a recibir maltratos a causa de la ira del agresor.
Violencia al volante: el auto puede llegar a convertirse en trampa mortal para sí y terceros, abusa del riesgo y la velocidad.
Posesión de armas: se presenta en este perfil de hombre una mayor frecuencia en la posesión y uso intimidatorio de armas de fuego, no obstante lo cual cualquier objeto hogareño especialmente los cuchillos pueden convertirse en armas mortales, como así también utizar los puños y los pies u objetos como escobas, cinturones, almohadones ( para asfixiar), hierros calientes (planchas) cigarrillos . La peligrosidad aumenta cuando ya las ha usado o ha amenazado con ellas ha su entorno íntimo.
Descencadenantes de la violencia: hechos triviales, que por lo general más tarde no se recuerdan.
Conductas poco asertivas: es decir con dificultad para ejercer sus derechos sin atropellar los de los demás.
Golpes físicos: algunos con marcas imperceptibles y otros llegan a ser invalidantes (especialmente en la cabeza, en el cuello, y área abdominal durante el embarazo.
Cambios súbitos e impredecibles de humor: en un momento está bien y rápidamente explota. Al llegar al hogar la mujer y los niños comienzan a inquietarse porque...hoy no sabemos como va a llegar papá.
Espionaje: en algunas ocasiones emplea tácticas de espionaje o contrata a terceros, graba las conversaciones o desgraba el contestador telefónico, controla las salidas y las amistades de su mujer a través de sus hijos, compañeros de trabajo, familiares y amigos.
Autoreforzamiento del comportamiento violento: una vez iniciado se potencia a sí mismo, y no se sabe cómo puede terminar (Donald DUTTON).
Amenazas: a fin de que sus comportamientos no trasciendan al exterior.
No concurre a solicitar ayuda: por propia iniciativa, sino a pedido del juez o ante la posibilidad de abandono por parte de su mujer o ante una situación que percibe como límite.
Mentiras: es frecuente que sus dichos no sean ciertos, sino adaptados a su conveniencia.
Quiebran la conversación: pasando de un tema a otro.
Mensajes telefónicos: no comunica los mensajes o los borra del contestador telefónico.
Incapacidad de alternativas al conflicto: por lo general reacciona de inmediato y con violencia, con escasa posibilidad de recursos para soluciones pacíficas.
Lenguaje confuso: a fin de poder engañar y desdecirse de sus dichos.
Busca aliados: en su entorno hace proselitismo para su causa. Utiliza a los hijos de mensajeros o espías de las actividades de la madre. Trata de comprometer e intenta la complicidad de los profesionales y coordinadores de los grupos de ayuda mutua.
Usa frecuentemente el sexo: como señal de poder, recriminando a la mujer lo que en realidad son sus propias falencias y/o problemas (insultos frecuentes: frígida, lesbiana, puta, atorranta). El lenguaje a menudo presenta un contenido sexualizado y cosificante hacia la mujer.
Dificultades y conflictos en el ámbito laboral: con sus compañeros y/o personal jerárquico.
Selecciona a la víctima: escoge el lugar y forma de ataque.
Recurre al acoso: como una manera de tomar contacto con la víctima, y hasta persigue a la mujer en el trabajo o cuando está con sus amistades o nueva pareja.
Anónimo: no siempre se identifica, a veces, recurre a terceros para enviar mensajes, o recurre a llamados telefónicos anónimos (o llama y cuelga), o envía misivas sin firmar.

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